Una de las novedades es que junto al eficaz lazo en alar (con freno) se incorporan nuevas trampas desconocidas en España y cuyos nombres empiezan a ser familiares: collarum, wisconsin… Pero la principal novedad es que los nuevos artilugios y los lazos en alar tendrán que ser manejados por personal especializado. También que cachivaches y tramperos garantizarán la selectividad del control de predadores y el bienestar de los animales capturados: dos de los requisitos que han tenido que superar los nuevos métodos para ser aprobados. Es un avance ligado a tecnología, ciencia y derecho, pues los nuevos métodos se ajustan a los tratados internacionales a los que el Estado Español se encuentra adherido.
A fecha de hoy, han entrado en vigor los nuevos métodos, no así la exigencia de una titulación y formación específica para aplicarlos. Llegará. Más pronto que tarde y supondrá que los lazos, las jaulas para urracas… no los podrá poner en funcionamiento ni el vigilante de coto, ni el guarda de la finca, ni el titular o cualquier otro. Se exigirá un carnet profesional como si de un abogado o un médico se tratase para ejercer. A mi juicio, el control de la predación se convertirá en una actividad profesional más. El profesional o especialista en el control de predadores (como le llaman los borradores que manejamos) no sólo tiene que tener conocimientos específicos, sino que además asumirá una importante responsabilidad en la colocación de las trampas —incluso disciplinaria—.
Ecologistas en Acción se ha rasgasdo las vestiduras con una nota de prensa en la que más allá de la crítica sana y constructiva, tilda más o menos de arbitraria la actuación del gobierno regional y ha sacado una nota de prensa con un titular claramente sensacionalista: La Consejería de Agricultura abre la vía a la matanza de especies protegidas. Ecologistas en Acción está equivocado y exagera. No quiero pensar que no quieren decir la verdad y que simplemente buscan confundir y disfrazar la realidad. Me gustaría creer que su intención no es generar alarma e intentar utilizar la caza como caja de resonancia o altavoz para darse publicidad. Decir que el control de zorros, urracas y otros predadores oportunistas con estos métodos es un riesgo para el lobo en un región en la que no hay lobos habla por sí mismo. Los métodos instaurados ahora por la Administración Castellano Manchega han sido examinados y evaluados durante años por el Ministerio de Medio Ambiente antes de ser homologados con carácter nacional para que cada Comunidad Autónoma pudiera ponerlos en marcha en su territorio y darle herramientas de gestión a los titulares de cotos. Han pasado todos los filtros administrativos posibles. A mi juicio, más de los necesarios y su retraso en ponerse a disposición de los cotos se ha debido en parte a una actitud tibia y un poco timorata de todas las Administraciones para evitar el ruido mediático de algunos grupos ecologistas. La situación del lobo en la región —en la que simplemente no está— o el lince, tiene poco o nada que ver en la actualidad con la gestión de la caza y mucho menos con el control de predadores que como el zorro, están hasta en las piscina de los chalets.
Personalmente, aunque algo tardía, alabo la decisión de la Administración autonómica que lejos de los prejuicios, moralinas y del que dirán unos y otros ha tomado una decisión en base a datos y evidencias técnicas y científicas para facilitar de un modo compatible con la conservación y el resto, de especies una producción más del campo: la caza. Me gustaría que se aprovechara el momento para reflexionar además sobre la posibilidad de abrir el control de predadores a otras especies (como por ejemplo el meloncillo) y además que este tipo de medidas no dependieran de la voluntad de una autonomía y no del Estado. Eso sí, sobre las mismas reglas del juego, rigor, ciencia, los datos y el derecho.
Publicado en el número de septiembre de Caza Mayor