Galicia y Castilla-La Mancha andan enfrascadas en la modificación de sus respectivas leyes de caza. Andalucía también prepara un borrador de Reglamento. El Ministerio de Medio Ambiente sigue pendiente de modificar —esta vez espero que de una forma adecuada— el régimen de responsabilidad civil de los daños en la agricultura y de los accidentes en carretera con jabalíes, corzos y demás.
Todos, siguen sumidos en reuniones y más reuniones para alcanzar un acuerdo sobre la licencia de ansiada licencia única de caza. La puesta en marcha de la figura del especialista en control de predadores, y de los métodos homologados en cada comunidad sigue pendiente del boletín autonómico correspondiente. Lo predije hace dos años. Funcionarios, horas de trabajo, y vueltas y más vueltas. Y por supuesto, discusiones e inventos de todos los sabores.
El más llamativo de ellos es que en Galicia se pretende modificar la edad mínima para poder cazar de catorce a dieciséis años. Como si el ejercicio de un derecho, o la práctica de un deporte, afición o como se quiera llamar fuera una cuestión en manos de una administración autonómica. Mientras, en Castilla-La Mancha, el Reglamento de Caza tiene tantos parches, tantas modificaciones parciales, y tantas normas concordantes que para saber lo que es de ley, los legos, necesitan pan y con qué engañarlo.
Además de todo esto, la caza y el boletín, han servido también para seguir poniendo el cazo impositivo por las administraciones. Desde las nuevas y aumentadas tasas de la caza en Castilla y León y Castilla-La Mancha, a las tasas judiciales abusivas, arbitrarias, afixiantes de Gallardón. Por su parte algunos Ayuntamientos, tirando también de Decreto y boletín se han inventado otra nueva tasa: la de guardería rural. Da igual si las fincas sobre las que se aplica tienen o ya guardería, y costean ese servicio, y si lo necesitan o no. El caso es meter un duro en unas arcas públicas sin fondo para seguir gastando lo que no se tiene. Lo que faltaba pá el duro.
Me alegró oír a Soraya Sáenz de Santamaría que iban a recuperar el mercado único y a poner los medios para acabar con las diferencias entre unas y otras comunidades. Falta le hace a España que alguien la ponga el cascabel al gato. Pero me suena esta canción a la del quiero y no puedo. A la del seguir curando con paños calientes y caldo de pollo un cáncer de pulmón con metástasis del que la legislación de caza no es más una de sus caras visibles. Y más mientras el partido del oncólogo jefe sigue pendiente de apagar los fuegos de Bárcenas y Rubalcaba más atento a seguir conectado a la respiración asistida que de tomar decisiones y pensar en el interés general. El “sector cinegético”: bastante tiene con sobrevivir y seguir enfrascado en guerras civiles y discusiones bizantinas, a veces estériles, que al cazador de alpargata ni le van ni le vienen.
(Publicado en Jara y Sedal de abril)