Hace unos días nos desayunamos con un ‘documento’ denominado ‘7 verdades sobre el impacto de la caza en España’. Lo publica Ecologistas en Acción. Lo que se viste como un documento técnico es en realidad un pasquín en el que las medias verdades y las informaciones tendenciosas, sesgadas y deformadas, sepultan la información. Tergiversar no es informar.
Ecologistas en Acción dispara al bando y no duda en rociar del plomo de sus falaces opiniones a actividades como la cetrería, reconocida hoy en todo el mundo e incluso declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad; la caza de la perdiz con reclamo; el conejo con hurón; o la caza de perdices de suelta. En definitiva, que a Ecologistas en Acción, pese a lo que predica en el bis a bis, le parece mal la caza en sí y lanza un órdago a la grande con el objetivo de borrar de la faz de la tierra todo lo que huela a cinegético.
La puntada no la da a tontas y a locas esta asociación ecologista. Tiene un objetivo claro a corto plazo: influir y meter presión al Gobierno regional con la modificación de la Ley de Caza de Castilla-La Mancha. Echar leña al fuego en el que se cuecen los últimos retoques del texto salido a participación pública y que en unos días saltará a la palestra. Aunque a lo mejor no es consciente, es la técnica de caza de esta organización ante cualquier negociación, cualquier procedimiento judicial en el que acusa… presionar antes con la publicación de noticias con que sentarse en la mesa con la Administración o en un estrado cuando ejerce la acusación particular.
Sin embargo, en esta ocasión comete un error mayúsculo, que es quitarse la careta y mostrar que en realidad detrás de las a veces comprensivas palabras en los Consejos de Caza o en los foros de debate, se esconde un odio incomprensible a toda la caza: la de los de la teba y la de los de la alpargata; la de los galgos y la de la rehala; la del silvestrista y la del cazador de trofeos; la del perrero y el montero. En el documento de sesenta y dos páginas que ha publicado no deja títere con cabeza. Y al disparar indiscriminadamente contra todos, lo que hace es que ofende a todos y a todos pone en su contra y une. Por arrogancia, Ecologistas en Acción le hace un roto a la causa del ecologismo en España. La gentes rurales de a pie no distinguen de siglas, ni de anagramas, y meterán en el mismo saco a la asociación A que a la B. Ecologistas en Acción pierde toda su credibilidad al atentar contra la causa general de la caza. He ahí pecado y la penitencia.
El maltrato animal, la crueldad, es la nueva bandera que pretende enarbolar, el nuevo frente a abrir. Ya no es la conservación, pues los argumentos que cuestionan la cinegética desde la perspectiva de la conservación han quedado como algunas de estas organizaciones: trasnochados, hueros, carcomidos y vanos. La realidad se ha impuesto y hoy nadie cuestiona la caza sostenible desde el punto de vista de la conservación. Pregunten en la Comisión Europea o en cualquier Consejería.
Desde la nueva trinchera y la causa del animalismo que rezuma todo su informe, se permiten disparar contra prácticamente todas y cada una de las modalidades de caza. Destaco una vez más que se cuestione la caza con hurón, siendo hoy el conejo una plaga —subrayo la palabra plaga— en muchas comarcas de España. Propongo que Ecologistas en Acción o sus miembros indemnicen a los agricultores afectados por la voracidad de una especie que arrasa si no es controlada. Cuestionar la reducción de las poblaciones de conejos habla por sí mismo y revela ceguera, miopía de aúpa o desconocimiento de la realidad del campo.
Algo parecido sucede con el control de perros y gatos abandonados, cuya población —esto es un dato— es un verdadero problema para la biodiversidad. No es que lo diga yo, lo afirma la comunidad científica. Que yo sepa ni perros ni gatos tienen un problema de población. Antes al contrario, sobran perros y gatos valduendos predando nidos y arrasando con todo lo que pillan en el campo. Privar de la posibilidad de controlar perros y gatos abandonados y asilvestrados a los guardas es condenar a otras especies silvestres a su desaparición: maniatar a los profesionales que trabajan en el campo.
Otra obsesión que se destila en el informe es la de enfrentar a unos colectivos con otros pretendiendo, de forma falaz y alarmante, hacer ver que el senderismo, el ciclismo o la recolección de setas es incompatible con la celebración de monterías o la caza de la perdiz. Falso de toda falsedad.
En definitiva, Ecologistas en Acción no ha tenido en cuenta el culatazo y que este error le retrata para mucho tiempo y le priva de voz autorizada y creíble. Vamos, que Ecologistas en Acción se ha dado un tiro en el pie sin pretenderlo.